Todos alguna vez en la vida nos hemos sentido víctimas frente a algunas circunstancias, bien sea responsabilizando a los otros de lo que ha sucedido o enfocándonos en el mismo problema sin pensar en un cambio para solucionarlo.
Ser una víctima es un comportamiento que has aprendido inconscientemente como una forma de manipular, de llamar la atención, de despertar la consideración de los demás, de que te resuelvan algún problema o de deshacerte de una situación.
Lo cierto es que quejarse permanentemente y ser siempre una víctima puede producir el rechazo de quienes te rodean, profundizar los conflictos en tus relaciones, pues no buscas cambiar la situación para mejorarla, sino regodearte en ella.
Causas del victimismo
Ser una víctima puede deberse a que te cuesta reconocer la responsabilidad en cualquier conflicto que tengas.
Pensar que la otra persona es la que te hace enojar, incomodar o sentirte disminuida.
Negarte a reconocer que, en caso de una relación de pareja, tienes parte de la responsabilidad de lo que suceda en esa relación y que te afecta.
No sepas comunicar asertivamente lo que sientes para poder cambiar la situación, sino que perpetúas el problema y con esto te sientes cada vez peor.
No has aprendido a identificar tus emociones ni a convivir con ellas, especialmente las que te incomodan, por lo que evitas situaciones que no sabes cómo afrontar.
Te domina la inseguridad.
¿Qué hacer para dejar de ser una víctima?
Es posible que te cueste reconocer que juegas el rol de víctima, por lo tanto no pensarás que debes cambiar la actitud para dejar de serlo y comenzar a sentirte mejor en tu vida y tus relaciones.
Sin embargo, hay que empezar por enfocarte en las respuestas que das, y en la forma de actuar ante determinadas situaciones.
Estudia tu comportamiento
Analiza qué te lleva a estar siempre en la posición de víctima; hazte estas simples preguntas: ¿por qué no me hago responsable? ¿Qué me produce miedo? ¿Por qué actúo de esa manera? ¿Intento evadir algo que me afecta?
Una vez analices tus pensamientos y acciones comenzarás a hacerte responsable de tu comportamiento.
Evita las quejas
Ante algún problema, evita quejarte y preocuparte en echarles la culpa a los demás, visualiza una solución y actúa sin demoras para poder superarla.
Si se trata de un conflicto de pareja, enfócate en lo positivo de la relación y de la otra persona; no profundices en eso que te incomoda, sino comunícaselo y afróntenlo entre ambos.
Expresa cómo te sientes
Hazle saber a tu pareja cómo te sientes ante determinada situación, y no en “como tú me haces sentir”, pues esos sentimientos son subjetivos y dependen de todo el background emocional con el que estés cargando producto de cómo estás percibiendo las experiencias.
Voltéate a ver hacia ti
En cada situación incómoda o problema que surja, piensa en cómo surgió, cómo contribuiste a que surgiera, piensa si es realmente un problema o si estás haciendo de una llovizna un vendaval, y, sobre todo, busca una solución.
Quedarse en la queja, el lamento y la culpa no permitirá que visualices un cambio ni una solución al problema, y por el contrario estarás haciendo que la situación empeore.
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