El placer y la culpa parecen ir de la mano en muchas ocasiones, pero no tiene por qué ser de esta manera.
El placer es el goce o disfrute físico o espiritual que sientes cuando haces o percibes algo que te gusta o consideras bueno.
Existen muchos tipos de placer, como el lúdico, el intelectual, el psíquico, físico y emocional.
Por otro lado, está la culpa. Se trata de esa sensación que te hace sentir mal contigo misma, porque piensas que estás transgrediendo las reglas que te has impuesto.
La asociación entre el placer y la culpa te impide disfrutar al máximo de las experiencias que te proporcionan goce.
¿Por qué sientes culpa luego de vivir el placer?
Para muchas personas experimentar el placer o tan solo pensar en hacer una actividad que le produzca goce, representa un problema.
Esto tiene que ver con considerar el placer, sobre todo el sexual, como pecaminoso. Además, considerarlo contrario a las reglas o creencias con las que te educaron en la familia, la escuela o la religión que practiques.
Es decir, sentir culpa luego de haber experimentado el disfrute se debe a que te han dicho que debes huir de las tentaciones. Seguramente, te habrán dicho que son malas y debes mantenerte alejada de ellas.
Así, el precio a pagar es que sientas que no mereces ese placer que tienes en determinados momentos.
Como consecuencia, pierdes la paz interna y piensas que debes recibir un castigo. Además, te sientes insegura y sin la libertad de volver a sentir placer.
El placer y la culpa: no caigas en la tentación
Has escuchado una y mil veces que debes apartarte de las tentaciones. Por ejemplo, comer algo delicioso, disfrutar de la compañía de alguien, reírte hasta morir en un evento de humor o tener un encuentro sexual.
Pero, ese mismo consejo de alejarte de las tentaciones es precisamente lo que te impulsa a aceptar la invitación o a promover cualquiera de las actividades que te producen placer. ¿Te ha pasado?
Por lo tanto, huir de las tentaciones solo hará que tu cerebro se enfrasque más en ellas. Provocará que busque recurrentemente el momento y el espacio para hacer eso que te hará sentir placer.
Si eso te hace estar bien contigo misma, no hay problema.
Ahora bien, si esa decisión te confronta y te hace sentir culpable, es diferente.
De ser así, tendrás que enfrentar las razones de ese conflicto profundizando en tus creencias inconscientes y en lo que realmente deseas para tu vida.
Disfruta lo que deseas
El sexo es una de las experiencias donde más se inhibe el placer. Se debe a las creencias, experiencias pasadas o expectativas propias y de los demás sobre la conducta sexual.
La consecuencia es la culpa y el arrepentimiento, inculcados sobre todo a las mujeres, que limitan la satisfacción.
Entonces, analiza cuáles son las creencias que asocias al sexo, identifica lo que te gusta y lo que no. Igualmente, define lo que para ti estaría bien y dónde pondrías límite.
Si tienes pareja, habla de lo que ambos podrían hacer para que el sexo sea más placentero.
Solo puedes hacerte cargo, aceptar la responsabilidad de amarte y elegir cómo vas a vivir tu vida sexual.
¿Cómo superar la culpa?
Vive el disfrute como parte de tu vida
Permítete disfrutar de aquello que te da placer, en cualquiera de sus tipos, físico o emocional.
Piensa que los prejuicios y señalamientos son de otros, y siéntete bien contigo misma.
Si te sobrepasas, porque cada exceso viene acompañado de una consecuencia, pues aprende de lo ocurrido sin quedarte en la culpabilidad.
Sé consciente de tu goce
Cuando dejas de lado los juicios, la preocupación por lo que digan los demás, el señalamiento de culpables, empiezas a disfrutar con consciencia.
Si la vives con todos tus sentidos, la experiencia se convierte entonces en un escenario para el aprendizaje.
Aprendes a conocerte más, a identificar tus gustos y aquello que te disgusta.
También a diferenciar lo que para ti es esencial de aquello de lo que puedes prescindir.
A separar lo que para ti es aceptable y lo que no en cuanto al placer, hasta configurar el marco que te hace estar bien contigo misma.
No te opongas a la realidad
Finalmente, toma todo lo que te ofrezca la vida.
No te resistas a disfrutar de cualquier placer, incluso del sexual, pues está ahí para disfrutarlo.
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