No cabe duda de que la mente es maravillosa y del poder que tiene sobre nuestras emociones y acciones. Reconocerlo es comenzar a hacerte consciente de que también es preciso aquietarla, lo cual exige un esfuerzo enorme y constante para observarte internamente y llegar a un estado pleno de calma y felicidad.
Mediante la observación consciente, sabemos que todos tenemos lo que comúnmente se conoce como mente de mono; es decir, una mente que salta de un sitio a otro, de un pensamiento a otros tantos, de forma frenética y desvariada.
Es el momento de tener una atención plena o mindfulness que te lleve a vivir en el momento presente, en el que no hay juicios de valor, solo la observación de lo que ocurre en tu mente.
Emociones y autoaceptación con mindfulness
No es sencillo pero tampoco imposible lograr la atención plena, solo requiere de la determinación de alcanzarla, para lo cual debes hacer una práctica formal adoptando una postura placentera y observando lo que pase por tu mente, lo que ocurre en tu cuerpo y en tu entorno.
Con mindfulness puedes abrir ese foco de atención y reconocer todo tu estado emocional como un círculo en el que vas a navegar con éxito por tus pensamientos y emociones, aunque sean placenteras o desagradables, pues todas son vitales y necesarias para conocerte y controlarte.
Conoces bien tu mente, y reconoces que existen emociones como la tristeza, el miedo o la ira que no son agradables, en parte por no saber cómo manejarlas, de allí que cuando aparecen, en los pensamientos se desata una especie de lucha y resistencia. Es el momento de actuar.
Mindfulness para identificar las emociones
Una respiración serena y fluida de manera natural te ayudará a concentrarte para que estés atenta en el momento presente, el aquí y el ahora; decide cuál es el momento en el que tu atención se desplace de tu cuerpo y dirígela a tu mente, a los pensamientos.
No los evalúes ni los juzgues, solo obsérvalos y clasifícalos como pensamientos del pasado, presente y futuro; permite que entren todos los pensamientos y haz la clasificación, sin rechazar los pensamientos desagradables pero evitando aferrarte a ellos.
Sigue en ese estado de vigilancia de tu actividad mental, trata de identificar si existe alguna carga emocional relacionada con algún pensamiento, si genera alguna emoción, agradable o desagradable, identifícala con un nombre: preocupación, alegría, tranquilidad, ansiedad.
No te enganches a ninguna emoción
La importancia de la práctica mindfulness es aceptar las emociones que aparecen con cada pensamiento, si te enganchas a algún pensamiento o emoción, y te dispersas del ejercicio, vuelve amablemente a la observación de los pensamientos y a su clasificación.
Puedes comprobar con esta práctica que eres capaz de observar tu mente sin reaccionar, sin involucrarte emocionalmente, y que los pensamientos y emociones son sucesos mentales fugaces, que desaparecen y dan paso a otros pensamientos y emociones.
Poco a poco, mueve la atención de tu mente de nuevo a tu cuerpo; observa tu postura, si notas alguna tensión en alguna zona del cuerpo, concéntrate en tu respiración y llega al final de la práctica de total atención de pensamientos y emociones.
El mindfulness te ayuda a ejercitar la mente, a observar las ideas que surgen, a trasladarte en el espacio y en el tiempo, y a tomar consciencia de que puedes centrar la atención en el aquí y el ahora, sin calificar ni juzgar.
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